Mañanas de biblioteca perdidas en mi egocentrismo. En basar mis preocupaciones en sinsentidos e imposibles que me he encargado personalmente de alimentar con autoengaños.
Eres el de siempre y vas a seguir cagándola. Si es que no me escucho.
Marcada por mesas acuchilladas y botellines vacíos. A la última ronda siempre invita Maxi. A partir de las doce, se cierra la puerta por dentro y sólo quedan los amigos. Y es entonces y solo entonces, delante de la penúltima jarra de la noche y las últimas cuatro cartas del día, cuando te encuentras entre iguales y dices lo que tienes que decir.
domingo, 29 de enero de 2012
sábado, 28 de enero de 2012
EL ÚLTIMO QUE CIERRE
jueves, 26 de enero de 2012
Juventud, jodido tesoro
Estimado Sr. de Seguridad del Supermercado de mi pueblo,
Lo siento. Sé que hoy no llevaba la mejor de las pintas. Ayer fue un duro día de biblioteca encerrado desde las nueve de la mañana, y a las ocho y media de la tarde, después de haberme manoseado el pelo doscientas veintiocho veces por el estrés y ojeras de madrugar a base de cafés mi imagen podía dar lugar a equívocos. A eso súmale el que te llame tu madre para sacarte del ensimismamiento de la fisiopatología para que le ayudes a cargar la compra.
También sé que usted hace su trabajo. Y con los tiempos que corren, casi es mejor seguir instrucciones al pie de la tabla, de eso no me cabe la menor duda, más cuando de eso come una familia. Si le han dicho gracias a estas maravillosas leyes no reformadas que se puede obligar a dejar una bolsa pero no un bolso de sra., me parece coherente y necesario que se cumplan las medidas de seguridad del centro. Si no estuviera dispuesto a asumirlas compraría en otro sitio, está claro.
Tan sólo le pido que entienda mi situación. Tengo 21 años, estudio una carrera y trabajo cuando hay donde y hay tiempo para poder pagarme mis extras más allá de lo que supone vivir con tu familia. Dentro de lo que cabe procuro no salirme demasiado de lo establecido por las conductas socialmente aceptadas y rara vez infrinjo la ley más allá de ver una peli en un servidor que no sea megaupload o beberme una cerveza en la calle.
Y sin embargo usted me ve entrar con mi mochila, cargada hasta arriba de libros, apuntes y latas de redbull vacías, y de lejos me mira, se acerca hasta una distancia de al menos 7 metros y me grita de forma que todas las personas de la caja puedan oírlo adecuadamente: - Eh! tú! chaval! la mochila fuera me oyes!?
Todos tenemos un mal día. Pero los dos sabemos que no es la primera vez. No es la primera vez que avergüenza a un cliente joven en público con sus modales desavenidos ni que permites pasar con una maleta a un hombre trajeado justo detrás. Ni que me persigues por los pasillos con la mirada mientras busco a mi madre o hago cola en la carnicería.
Sólo pido un poco de respeto por aquellos que aún intentamos hacer las cosas bien. Yo intento acordarme de dejar la mochila fuera por esa norma no escrita en ningún lado que hay en el supermercado.
Tu intenta pensar en personas civilizadas y en mostrar un poco de educación hacia los demás.
Lo siento. Sé que hoy no llevaba la mejor de las pintas. Ayer fue un duro día de biblioteca encerrado desde las nueve de la mañana, y a las ocho y media de la tarde, después de haberme manoseado el pelo doscientas veintiocho veces por el estrés y ojeras de madrugar a base de cafés mi imagen podía dar lugar a equívocos. A eso súmale el que te llame tu madre para sacarte del ensimismamiento de la fisiopatología para que le ayudes a cargar la compra.
También sé que usted hace su trabajo. Y con los tiempos que corren, casi es mejor seguir instrucciones al pie de la tabla, de eso no me cabe la menor duda, más cuando de eso come una familia. Si le han dicho gracias a estas maravillosas leyes no reformadas que se puede obligar a dejar una bolsa pero no un bolso de sra., me parece coherente y necesario que se cumplan las medidas de seguridad del centro. Si no estuviera dispuesto a asumirlas compraría en otro sitio, está claro.
Tan sólo le pido que entienda mi situación. Tengo 21 años, estudio una carrera y trabajo cuando hay donde y hay tiempo para poder pagarme mis extras más allá de lo que supone vivir con tu familia. Dentro de lo que cabe procuro no salirme demasiado de lo establecido por las conductas socialmente aceptadas y rara vez infrinjo la ley más allá de ver una peli en un servidor que no sea megaupload o beberme una cerveza en la calle.
Y sin embargo usted me ve entrar con mi mochila, cargada hasta arriba de libros, apuntes y latas de redbull vacías, y de lejos me mira, se acerca hasta una distancia de al menos 7 metros y me grita de forma que todas las personas de la caja puedan oírlo adecuadamente: - Eh! tú! chaval! la mochila fuera me oyes!?
Todos tenemos un mal día. Pero los dos sabemos que no es la primera vez. No es la primera vez que avergüenza a un cliente joven en público con sus modales desavenidos ni que permites pasar con una maleta a un hombre trajeado justo detrás. Ni que me persigues por los pasillos con la mirada mientras busco a mi madre o hago cola en la carnicería.
Sólo pido un poco de respeto por aquellos que aún intentamos hacer las cosas bien. Yo intento acordarme de dejar la mochila fuera por esa norma no escrita en ningún lado que hay en el supermercado.
Tu intenta pensar en personas civilizadas y en mostrar un poco de educación hacia los demás.
miércoles, 11 de enero de 2012
Pastilla roja.
Nunca se va. Todo hay q reconocérselo, se esconde de puta madre. Tanto que, aunque sabes a ciencia cierta q sigue ahí, terminas olvidándolo y volviendo a sonreir. Hasta el punto de llegar a preguntarte si de verdad alguna vez existió.
Y es ese momento el que llevaba esperando desde hacia años. Ese momento en el que la fuerza de la gravedad tira inexpicablemente de tus hombros hacia abajo, en el que las manos que te tocan parecen congeladas y las palmaditas en el hombro te generan una sonrisa políticamente correcta en la que sepultar tus instintos asesinos. Cuando la falsedad de todo lo que te rodea se convierte en números verdes que caen en cascada y dejas de ocultarte en un rincón de tu mente en posición fetal y tapándote los oídos.
Entonces señala.
Y tú asientes, como si de verdad en algún momento de tu vida de verdad lo hubieras asumido.
Pero no lo has hecho.
Y es ese momento el que llevaba esperando desde hacia años. Ese momento en el que la fuerza de la gravedad tira inexpicablemente de tus hombros hacia abajo, en el que las manos que te tocan parecen congeladas y las palmaditas en el hombro te generan una sonrisa políticamente correcta en la que sepultar tus instintos asesinos. Cuando la falsedad de todo lo que te rodea se convierte en números verdes que caen en cascada y dejas de ocultarte en un rincón de tu mente en posición fetal y tapándote los oídos.
Entonces señala.
Y tú asientes, como si de verdad en algún momento de tu vida de verdad lo hubieras asumido.
Pero no lo has hecho.
miércoles, 4 de enero de 2012
DERËK
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
Rayuela, de Julio Cortázar. Capítulo 68.
Himno a la vida
QUEDA PROHIBIDO !
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.
Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles solo cuando los necesitas.
Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un ultimo suspiro.
Queda prohibido echar a alguien de menos sin
alegrarte, olvidar sus ojos, su risa,
todo porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen mas que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.
atribuido a Pablo Neruda
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.
Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles solo cuando los necesitas.
Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un ultimo suspiro.
Queda prohibido echar a alguien de menos sin
alegrarte, olvidar sus ojos, su risa,
todo porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen mas que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.
atribuido a Pablo Neruda
Me encanta que los flanes salgan bien
Hay pocas sensaciones comparables a que los flanes te salgan bien... no sólo cuando los prepara uno, sino también cuando los sacas de las tarrinas con pestañita al vacío. Que no se quede la mitad del flan dentro del molde y salga entero, con el caramelo por encima. Da igual que luego no te lo comas. La sensación ya está ahí. Y el caso es que no requiere ninguna técnica. Sencillamente sale. Y punto. Pocas cosas sin técnica salen bien. Sólo me salen otras dos. Y sólo una tiene que ver contigo.
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